Pobrecitas madres, ¡cómo llorarán!, al ver que sus hijos a los pef, van

Pobrecitas madres, ¡cómo llorarán!, al ver que sus hijos a los pef, van.
Los puntos de desencuentro, esos espacios carcelarios, que machaconamente, cada cierto tiempo, casualidad, cuando estamos, denunciando y cada vez se anima más gente, salen a los medios de comunicación, OFERTANDO LA NEUTRALIDAD.
Cualquier persona con dos dedos de frente es capaz de ver lo inverosímil del producto. Cómo va a ser, que jovencitas, si, la mayoría de veinte pocos, abran la puerta y tachán, conseguimos sonrisas, felicidad y todo lo imposible. Y cada pocos meses, más jovencitas, otras nuevas, la mayoría sin saber lo que hacen allí, les manda la SUPERCOORDINADORA DEL PEF y les dice tu eres una anónima técnico, que queda muy bien y OJO con la madre que es mala malísima, y el padre es bueno, buenísimo y si un día ves algo raro, es que al pobre no le dejan estar con los niños, y fíjate tiene que verlos aquí, menos mal que esto es la casa de los juguetes, el plácido hogar donde permitimos a su papito que vea e esos hijos por los que siempre se ha desvivido y esa mala mujer donde permite el intercambio.
Obvian que van por orden de un juez, que ignora que a los hijos les afecta la violencia que han vivido, y que la siguen viendo en el pef, en como se desprecia a su madre, su protección, su apego, y se le envía a estar lejos del cobijo maternal, con esa persona que les hace sufrir. Y los deseos de los hijos no se tienen en cuenta y los niños no entienden nada, cómo van a entender los mensajes contradictorios, si nosotras tampoco los podemos entender.
Pedimos salir de la violencia, suplicamos a los jueces y nos condenan a entregar lo que más queremos a quien es el causante de nuestros sufrimientos.
QUIÉN CON SENTIDO COMÚN ES CAPAZ DE EXPLICAR ESTA ATROCIDAD.